jueves, 3 de diciembre de 2015

Cuando acabé Guerra y paz


Cuando acabé Guerra y paz,

el otoño tocaba a su fin.

En el jardín,

sólo el liriodendro seguía vestido,

y su túnica dorada,

en soledad,

resplandecía.

El frío intenso dibujaba

en tus ojos

paisajes de hielo.

Y yo buscaba caminos inciertos

donde la nieve

no tapase tus huellas.

Atrás quedó Borodinó.

Y Waterloo.

Qué lejos ya los bailes,

teatros y galanteos.

La caza del lobo.

El fuego arrasando Moscú.

Los ojos de Natasha.

Y tanta muerte inútil,

¿verdad, dulce Petia?

El día que acabé Guerra y paz

nos cayó encima el invierno.

Y con él, la nieve y la noche.

Y tanto, tanto silencio.






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