miércoles, 7 de marzo de 2012

Castroviejo





En este mes de marzo,aniversario de su muerte,quería dejar testimonio aquí de la admiración que profeso al que,para mí,fue uno de los grandes de las letras( y las vidas) gallegas.


Decir Castroviejo es sentir el viento marino embravecido,el calor del sol amarilleando las cepas de ribeiro,es evocar pazos umbríos,otoñales tardes de caza, nobles y viejos perros calentando sus cansados huesos ante la chimenea ,dormitando lances vividos o soñados.







               Soy cazador de corazón y quisiera serlo de oficio.



                                                                                                                   



Dice Gracia Noriega que a Castroviejo habría que leerlo todos los otoños.Quien guste de esa estación debería leerlo todo el año para recuperar,cuando se eche en falta,algo de la melancolía otoñal.






Hay un cuadro de Urbano Lugrís ,autor también de la cubierta de "Los paisajes iluminados",que me hace pensar en Castroviejo.Se trata de "La habitación de un viejo marinero",todo un catálogo de recuerdos de una vida de mar,que podría ser la suya,navegante por mares ciertos e inciertos.










Peleó en la guerra por una paz que le defraudó.De aquí salieron sus versos de Altura,donde canta a García Lorca,en 1938,desafiando censuras y haciendo gala de una independencia política que nunca le abandonó. 


                    


                                         
                       ...desde esta paz que tan poco ilusiona...








En Tirán descansa,hace ya veintinueve años,entre brétemas y olvidos,sobre ese mar de Vigo que tanto amó.