miércoles, 16 de junio de 2021

El abeto, la memoria.

 


Nunca estuve seguro 

de si eras un abeto.

Da igual. Ahora estás muerto.

Muere también tu sombra,

inexistente casi,

espíritu sereno 

de lo que fuiste un día,

que ahora se difumina,

se apaga,

bajo este sol poniente.

Y aquel rumor amable,

como un pinar de infancia, 

que alargaba las tardes 

de abril, también se ha ido, 

callado, como el eco 

de un ladrido perdido 

en la noche vacía.

Tal vez en una foto, 

cuando nadie te llore,

tu presencia ajada

acompañe el recuerdo 

de los que ya no estemos.

Otro mordisco, uno más, 

que le pega el silencio 

a este invierno del alma.