Y aquí estoy,
Una mañana de domingo,
diciembre.
y muy temprano, además.
Peleando con la chimenea,
combatiendo al frío
que invade cada esquina
de esta casa.
Me acompañan
los sueños vacíos
de cuatro borrachos.
Y el canto de un gallo,
en apariencia
muy metido
en su papel.
Tengo a mano
a Thomas Merton,
a Dante y a Pla.
Y un poemario
de Moya Cannon,
irlandesa que desconozco,
pero que me habla
de las aves, del invierno,
de barcos y caracolas.
Debería de bastarme.
El graznar de unos cuervos
se cuela en la habitación,
envolviendo la mañana
en un no sé qué
de invierno antiguo.
Mientras,
se apagan las farolas,
y pasa fugaz,
perdiéndose en la niebla,
el ladrido feliz
de unos sabuesos.
Mirándolo bien,
a pesar del frío,
del sueño
y de la hora temprana,
no es mala manera
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