Te espero leyendo
unos poemas de Jane Kenyon.
El agua de la ducha
suena como un torrente
deslizándose sobre tu cuerpo.
Afuera llueve,
en esta primavera aún dormida.
En el jardín,
la camelia se apaga,
diciendo adiós al invierno.
Y así va naciendo el día,
con esa falsa apariencia
de seguridad, de permanencia,
con esa aparentemente eterna
calma de lo cotidiano.
No pretender más emoción
que la sorpresa de un carbonero
entre las ramas del cedro,
el descubrimiento
de una nueva flor
en el manzano,
el temblor
de una gota de agua
deslizándose,
fugitiva,
sobre tu cuello.
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