Leo Los Papeles de Aspern mientras el sol despunta tras La Salute, en la terraza del Bauer.
Las aguas del Gran Canal golpean quedamente en los escalones de piedra del
embarcadero.
A pocos metros, aguas arriba, reposa el palazzo donde Sebastian Flyte y Charles Ryder
pasaron unos días, aquel verano, en Venecia.
En frente, aún se escuchan los pasos de Ezra Pound, paseando su silencio por Dorsoduro.
Las campanas vecinas de San Marco anuncian la Resurrección. Su música se une al
incesante clamor de las gaviotas.
Hay que partir.
La estela de una góndola dibuja el destino del viajero, que se va desviando lentamente,
hasta ir a morir sobre los escalones de piedra, entre las algas, en un silencio ahogado.
Intenté escribir el Paraíso
No te muevas
Deja que hable el viento
Ese es el Paraíso.
Que los dioses perdonen
lo que he hecho
Que aquellos a quienes amo intenten perdonar
lo que he hecho.
Ezra Pound, Canto CXX
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