domingo, 8 de noviembre de 2015

Mañana de noviembre


En medio de este concierto de trinos y zumbidos, envuelto por el aroma de la hierba fresca que me regala esta veraniega brisa de noviembre, veo cómo se va desperezando la mañana.

Mientras, del convento cercano vienen volando, como palomas mensajeras, las campanadas que anuncian la hora del Ángelus.

Quedarse así, quieto y callado, con la esperanza de que todo pueda seguir siendo tan sencillo, tan hermoso.
Sin esperar nada, sin desear nada.





No hay comentarios:

Publicar un comentario