jueves, 13 de agosto de 2015

Leyendo a Nabokov


Leo a Nabokov en esta tarde de agosto, cuando la lluvia nos envuelve con estos momentos de paz y sosiego tan invernales, mientras escucho las sixs consolations. 
Su memoria nos habla sobre la melancolía de los recuerdos:

“parece que durante toda mi vida con el mayor celo he estado realizando el acto de recordar vivamente algún fragmento del pasado"

Me siento tan identificado con este sentimiento... Pienso que si esto es así se debe al hecho de haber disfrutado de un pasado muy feliz, poblado de seres a los que he amado y amo profundamente.
Tantos rincones, paisajes,personas..., que vienen a mí en estas tardes grises, tras estos acordes de piano. Como el lento fluir de las campanadas de un reloj.

La felicidad de la ausencia, del recuerdo de quienes se han ido para siempre, cuando vuelven para regalarnos unos instantes de amor.

“Vuelvo a ver nuestro aula de VYra, las rosas azules del empapelado, la ventana abierta. El reflejo de esta llena por completo el espejo ovalado que se encuentra encima del diván de cuero en el que está sentado mi tío, recreándose en un libro muy deteriorado.
Cierta sensación de seguridad, de bienestar, de calor veraniego empapa mi memoria.
Aquella robusta realidad convierte el presente en un fantasma. El espejo rebosa de luminosidad; un abejorro acaba de penetrar en la habitación y choca contra el techo. Todo es tal como debería ser, nada cambiará jamás, nadie morirá nunca."

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