Un domingo más
podemos cantar victoria.
Temprano, nos despertó
la lluvia, y nuestro amor
encendió la mañana.
Leímos dos o tres
poemas gloriosos.
Salvamos alguna imagen
para abrigar nostalgias
y soledades: el gato,
dormido junto al fuego,
una rosa vencida
por el peso de la lluvia,
la risa de los niños,
dibujando ilusiones,
al fondo del pasillo...
El reloj daba las horas,
que acompasaban el sueño.
Planeamos viajes imposibles:
Islandia, Hébridas, Lofoten...
Se adivinaba el mar
en la distancia.
Y al fin, poco a poco,
la noche, como un abrazo,
la noche, como un abrazo,
fue desdibujando los contornos
de la felicidad.
Lofoten, Dios mío, me suena mucho,así, sin mirar nada. Creo que viajamos menos de lo que deberíamos, tú me comprendes. Lunes, después, para mí, de las vacaciones, vuelta a la rutina. Nunca pensé, cuando era joven, que esto me gustara, la rutina. Escucho con atención las noticias meteorológicas del norte, otra cosa que antes no hacía.
ResponderEliminarLofoten, una de nuestras ilusiones, al norte del norte....algún día...
ResponderEliminarYa sabes que yo pienso lo mismo de la rutina, una bendición, aunque también creo que debiéramos viajar más.
Eso de escuchar las noticias meteorológicas del norte...yo creo que el norte te llama, a tí también!
Un abrazo
Lo he mirado. Estuvimos en Noruega hace unos años, creo que diez días entre Oslo y Bergen. Cuando era joven nunca pensé que podría viajar al extranjero, por eso siento siempre una extraña sensación, de algo muy extraordinario, cuando hemos ido a Berlín, a Roma, a Noruega, a Suiza, a Estambul, a la Provenza hace no mucho. Miro las caras de tranquilidad de mi mujer o mis hijos, sobre todo las de mis hijos, para los que viajar al extranjero es algo casi normal, y las comparo con la mía, tan asombrada de todo, empezando por el aeropuerto. Realmente soy de pueblo, formalmente. Creo que pondré tres fotos estos tres días siguientes de Noruega, si las encuentro, ya que el desorden de mi ordenador también es un clásico en la familia.
ResponderEliminarNorte: me refiero a tu Gijón, a Pontevedra, a Coruña, a Bueu, a Santiago, a Mondoñedo...
Un abrazo
A mi me ocurre lo mismo, esa extrañeza y asombro ante la contemplación de una ciudad, de un paisaje extraño...Yo también soy de pueblo.
ResponderEliminarEso de la Provenza también me apetece mucho...
Un abrazo, y espero que encuentres esas fotos de Noruega!