martes, 6 de octubre de 2015

Tarde de septiembre en Zamora


El cielo, de un azul purísimo,
pesaba en Zamora esa tarde,
como pesan las piedras
que la dibujan.
Me acuerdo de tí,
altiva y serena,
paseando sus calles
bajo el sol de septiembre que,
derrotado y celoso,
fingía indiferencia.
El Duero discurría lento y callado,
como queriendo acompañar
el caminar de aquel anciano,
a quien sólo guiaba
la ausencia de destino.
Entramos en la librería
buscando a Claudio Rodríguez.
Pero no lo encontramos.
Al salir, nos envolvió de nuevo
el aroma a verano viejo,
a camino hecho,
a tiempo ido.
Y me llevó el pensamiento
muy lejos,
a un futuro feliz,
improbable,
a tu lado.







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