jueves, 1 de octubre de 2015

El ejercicio del perdón



"El ejercicio del perdón es el regalo más sofisticado que podemos otorgarnos, y si ese ejercicio es sincero, no creo que haya una obra maestra que pueda comparársele. 

En el instante en que el corazón perdona, es decir, no odia cuando se siente inducido a odiar, no desprecia ante una violenta convocatoria al desprecio, en ese instante en que cambiamos el curso de las cosas, contra la lógica de perpetuar el dolor que parece exigirnos la naturaleza, obtenemos la única victoria genuinamente humana.

Nada en el universo, que sepamos, ningún engranaje cósmico había previsto un acto así. Como sucede con la negra actitud para la tortura, la luminosa capacidad para perdonar es nuestra. Exclusivamente nuestra. No entraba en los cálculos del Creador, del Big Bang, del Principio o de lo Que Sea o de Quien Sea que alguien como Josep Falcó depositara amapolas rojas bajo el monolito dedicado al enemigo que masacró a los suyos y al que abatió.

Si pudiéramos vivir cabalgando siempre sobre ese instante, no necesitaríamos nada más. Sería la entrega pura, el regalo perfecto. La Gran Frase se completaría, diáfana, ante nosotros. Habitaríamos en la entereza o, si queréis, en la plenitud. Quizá a esa percepción única la llamaríamos amor: así, con la vieja y gastada palabra y sin adjetivos."

                                                                   Rafael Argullol, Visión desde el fondo del mar

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