martes, 5 de noviembre de 2013

Otoños


Ya está la chimenea encendida.

Afuera, tras los cristales, preparados ya para recibir los envites de un nuevo invierno, se vislumbra, bajo el peso descolorido de las nubes, la presencia del otoño.

Otoño es esta casa. Una casa que no se siente cómoda en estaciones más benignas. Es en otoño cuando los suelos y vigas de castaño están más cómodos, se expresan mejor, más libremente, pues el recogimiento que trae el frio acuna mejor sus lamentos.

Dice Juan Ramón Jiménez que

                                                    "cada otoño,la vida
                                               afirma, en un martirio lento,
                                                     el ideal"


Me he traido un velero para que navegue entre las viejas  maderas, compañeras sin duda, de bosques y de época, de otras que forjaron, allá hace dos siglos, barcos de más hondo calado.




Cuando lo miro me acuerdo de Pio Baroja, tan otoñal él, a quien tanto gustaban estos modelos. Y de ese precioso libro de su sobrino, la "Guía de Itzea". Y del libro de Baroja que prefiero, "Las horas solitarias".
¡Cuánto otoño!




Echando un vistazo a esa maravilla que es "Diario de una tregua", de Dionisio Ridruejo, me encuentro con esto:

"Es una grave delicia la de pasear ahora por el campo, cuando noviembre acude -húmedo, soleado, silencioso- hacia el despojo del invierno. Los ojos no se limitan a mirar: retienen, profundizan, siembran.
Pero, sobre todo, recuerdan. El recuerdo se une a cada cosa contemplada y la transfigura y la enriquece.
En cierto modo, las cosas -y los momentos- se hacen ideales. Pero con una idealidad muy real confirmada por el corazón.
                                                                .........

Es dulce y un poco triste -de esa tristeza que se siente como médula de los huesos y que no es amargura- e infinitamente sereno el andar ahora paseando por la tierra. La tierra, más indudablemente que nunca, llena de muertos, de reliquias. El cielo -con ese sol suave y picante- ,más que nunca poblado de una conciencia de almas vivas. Es así una soledad muy poco solitaria. El corazón va innumerablemente acompañado, casi fundido -un poco de niebla a ras de tierra favorece esta íntima fusión- con la múltiple y misteriosa presencia de sus misteriosos semejantes. 
Se conmemora en este mes a los santos y a los difuntos. " 







La llama de la chimenea se ha dormido; mientras, la lluvia parece haberse instalado afuera, como la noche, en esta tarde callada y quieta.

Aquí, en otoño, parece destilarse la esencia de la felicidad.


                                                         " ...era el otoño
                         translucido como el arrope, dulce
                         sobre el aparador, dorado; tal tu alma
                         de entonces, y no hay muchos otoños"

                                                           José Jiménez Lozano



No hay comentarios:

Publicar un comentario