miércoles, 21 de julio de 2010



Paseo por el jardín,apenas unos minutos.
Redescubrímientos.
Cosas a las que quizá no prestamos la atención que se merecen,por su simpleza,por su humildad,
ocupados todo el día en temas que suponemos importantes,temas que,al fin y al cabo,
si no fuera por esas cosas tan sencillas que nos rodean,sucumbirían a su propia vacuidad.




Lo mismo una sonrisa,una mirada tierna,un simple beso.Una disculpa.
Un perdón.
Son como el viento que llena las velas,haciendo que el barco mantenga el rumbo,por encima de la tormenta,de la tempestad.


También los recuerdos nos alimentan,también los sueños.


Dice Miguel D´Ors,en un hermoso poema,algo que nos habla de la importancia de esas cosas humildes,de lo silente,de la letra pequeña:

"No es el canto del mirlo: es el silencio
que nos deja, un silencio
que es algo diferente del silencio
porque en él suena aún el recuerdo del canto
del mirlo. Ni silencio
ni canto: lo que ocurre cuando el canto
ya ha acabado y aún no ha empezado el silencio.
Puedes llamarlo el alma."




En definitiva,que nuestra vida la escribimos con esa letra callada,con letra minúscula.
Con letra de niño.


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