Yo, a veces, sueño
con que nada de esto suceda.
Entonces, busco a lo lejos
la profundidad del mar.
Me dejo llevar por las gaviotas.
Por sus gritos. Por su vuelo.
Abro libros de poesía,
buscando explicación y consuelo.
Alegría para el alma en versos ajenos.
Escribo frases que se olvidan,
que se amontonan como hojas secas.
Lagartijas, grillos...Los frutos del acebo.
Los mirlos y los carboneros.
Y todas las aves marinas
que vuelven en este tiempo.
Mares, bichos, sueños, versos...
Con todo ello construyo
mi triste palacio de invierno.
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