martes, 14 de abril de 2015

Paseo de primavera





Allí estaban, observándonos, sólo visibles sus cabezas, en la quietud más absoluta, una pareja de corzos. Parecía un cuadro de Portvliet.

Como cada vez es más difícil conseguir que nos acompañen en estos paseos nuestros- lo que no deja de resultar un poco frustrante-, esta vez, los niños se perdieron esa imagen tan vivificante, ese salir en carrera, saltando entre los árboles cuando llegamos a su altura, en un despliegue de vida, de primitiva belleza, que nos dejó atónitos.

Toda la fuerza de la naturaleza, toda la belleza de la Creación, contenida en ese instante, tan fugaz e intenso como la mirada furtiva de un amor de adolescencia.

El ruido de nuestros pasos se iba adormeciendo en el lecho de agujas de pino que alfombraba el camino, tirando de nosotros para que nos quedásemos allí, en ese bosque dormido al sol de primavera; para que fuéramos brisa de abril entre los árboles, zumbido de insectos saludando a la primavera, murmullo del arroyo destino de nieves...Para ser, en definitiva, un poco de magia nosotros también.

Como dice Xuan Bello de la camelia:

                           "...llenando de eternidad la fugacidad del instante."



                                                                                                        Rien Portvliet




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