jueves, 6 de marzo de 2014

Un padre, por Iris Murdoch





"Mi padre era un hombre callado, aficionado a los libros, en cierto modo el ser más apacible

que jamás haya conocido. No quiero decir que fuera apocado, aunque supongo que lo era.

 Su apacibilidad era una verdadera cualidad moral. En este momento puedo representármelo

con tal claridad, inclinándose con su perpetua sonrisa aprensiva para recoger una araña con 

un trozo de papel y arrojarla cuidadosamente por la ventana o ponerla en algún rincón de la 

casa donde nadiela molestara. Fui su camarada, su compañero de lecturas, probablemente 

la única persona con la que sostuvo jamás una conversación en serio.

Siempre sentí que estábamos en el mismo barco, compartiendo la misma aventura. 

Leíamos los mismos libros y hablábamos de ellos: libros para niños, relatos de aventuras, y 

después novelas, historia, biografías, poesía, Shakespeare. 

Disfrutábamos de nuestra recíproca compañía y estábamos ávidos de ella. Esta sí que es una

prueba: más que la devoción, la admiración, la pasión. Suspirar, y hacerlo por la compañía 

de alguien , eso es amor. Recuerdo que en un período posterior de mi vida tuve la sensación

 de que nadie había sabido jamás lo bueno que era mi padre; dudo que ni siquiera mi 

madre lo haya sabido. 

Por supuesto, amaba también a mi madre, pero en ella había un rasgo de dureza del que 

carecía mi padre. Creía en un Dios justo, y quizá esta creencia le haya servido de apoyo 

durante una vida que puede haber sido un tanto decepcionante."
                                                                                 
                                                                                    El Mar, el Mar, Iris Murdoch






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