Hoy, la mañana se nos ha presentado envuelta en nieblas.
Parece que fue hace siglos cuando las flores del cerezo nos sorprendían, un año más, en todo su esplendor.
Ahora, sólo un recuerdo, un espejismo.
Supongo que, aunque obvia y manida, nos vale como metáfora. Todo sigue allí.
Lo que subyace a la niebla, lo que trasciende a su manto de opacidad y tristeza, sigue estando allí.
Con esta intuición, con esta fe, la niebla se nos vuelve un hermoso paisaje lleno de luz, de atisbos de luz.
Como el indicio de una hermosa promesa.
Fotografía: Bernard Plossu
¡Ah! Plossu, ése sí es bueno. Vi su exposición en Huesca, en el CDAN. Parece que haga un siglo de eso.
ResponderEliminarUn arazo
Sí que es bueno, sí...pura poesía.
ResponderEliminarUn abrazo, José Luis.
Hermoso texto.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, Kris.
EliminarSaludos.