Todo el pueblo estaba invitado, y salvo algunas ausencias institucionales donde pesaron más las deudas políticas que la educación y el sentido común, estábamos todos allí.
Fué una buena fiesta. La gente trabajó sin tregua para ofrecer a los vecinos una buena y nutrida mesa.
Los niños enramaron la capilla. Con saúco y genista. Venteiro y xesta.
Se celebró una misa ...
...y hasta sacamos al santo en procesión. Al santo y también al bollo, que luego, como es de ley, se subastó.
Por la tarde, como colofón, presentación en el Café de Jaime del último libro de Pepe el Ferreiro.
Estuvo a cargo de Luis Arias Argüelles- Meres, quien calificó a Pepe como una de las figuras culturales más importantes de Asturias, de las que el occidente asturiano ha sido siempre prolífico.
Luis Arias citó a Unamuno, a Larra y a Ortega. Pepe citó a Virgilio, tan virgiliano él.
Fué una reunión agradabilísima de un montón de amigos que, con forma de fiesta, entre gaitas, sidra y acordeón, dio lugar a un espontáneo homenaje al museo, a Pepe, su creador, y a todos los que de alguna manera han hecho posible que la institución vuelva a ocupar el sitio que le corresponde, de donde nunca debió salir.
Haxa salú.
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