Ya me dió miedo en su día,cuando lo descubrí de la mano siempre sabia de Andrés Trapiello,en su imprescindible(como todo lo suyo)Las armas y las letras.
Su imagen con el mono azul,pistolón al cinto,que convenció a Gómez de la Serna de que lo mejor era tomar cuanto antes el camino del exilio;o esa otra imagen,no sé si apócrifa,pero pavorosa de todos modos,recorriendo los cafés,pidiendo dinero para el funeral de su hijo,al que llevaba consigo metido en una caja de zapatos,para dar verosimilitud al sablazo.
Quedémonos,en fin,con su poesía,con sonetos como este,en el que nos habla de una vida,real o soñada, que quizás nunca tuvo.
Horas de paz
Tengo una compañera bondadosa,
dos hijos que me alegran la pobreza,
una camisa limpia,una cerveza,
y en la mesa,en un búcaro,una rosa.
Mi casa es pequeñita;en el corral,
bajo la parra,patos y gallinas,
y un nido de viajeras golondrinas
en la viga más recia del portal.
Ya no sangran mi pecho ni mi frente...
A mi lado,Teresa,humildemente
cose,y los niños juegan con el gato.
La pluma,en la espetera.Con la lanza,
los libros al desván...Mi Sancho Panza
vive contento,de la cama al plato.
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