Viador. Exposición de Pelayo Ortega en Cornión.
Ayer volvió a Gijón,sin haberse ido nunca,Pelayo Ortega.
Desde que lo descubrí,también comencé a descubrir mi ciudad,que parecía haber permanecido hasta entonces, estéticamente,oculta.Esas imágenes tan literarias,que podrían ser la puesta en escena de textos de Trapiello,Juan Manuel Bonet,Paco Vighi,Ayesta,Pimentel...,me envolvieron y envolvieron el decorado de mis pasos y paseos.
Comencé a ver por sus ojos,a descubrir la belleza de la lluvia,del pasear solitario bajo un anónimo paraguas;las hojas secas volaban de otra manera,las mañanas de domingo invitaban al sosiego y melancolía de la soledad,a sentirse un poco Pessoa en Lisboa,tan provinciano él también...; a sentirme,en fin, afortunado de habitar la Provincia,en su acepción física,sí,pero sobre todo en su acepción sentimental,espiritual y estética.
Me acuerdo de Carantoña,de sus pequeños tesoros en El Comercio,'la vida y sus vueltas',donde la mirada del periodista y la del pintor tantas veces se cruzaron.
Cuando Carantoña hablaba de los brezales y tojales de los montes de la sierra de El Palo,de su desoladora y solitaria belleza,mi cabeza se inundaba de las estampas magistrales de Vaquero Palacios;del mismo modo,Pelayo Ortega ilustró con su imaginario esas pequeñas joyas sobre Gijón con que el periodista nos regalaba los sentidos.Esa simbiosis acabaría dando fruto en el hermoso libro 'Semblanza de Gijón'.
Sigo interpretando esta ciudad a través de sus ojos,y me pasa un poco lo que ayer contaba El Comercio que le pasa al escultor Pablo Maojo,que en mis paseos por Gijón,frecuentemente me asaltan imágenes que podría firmar Pelayo Ortega,y que de hecho firma ,pues lo que veo en esos momentos es la esencia estética y sentimental de esta ciudad,que él tan magistralmente destila.