Recuerdo aquellas tardes de domingo,en que la melancolía del momento se teñia de una dulce e irreal felicidad,mientras paseábamos,normalmente a la orilla del mar,entre risas que se perdían como la luz en el ocaso,y donde ellos sólo eran niños y yo un padre lleno de ilusión.
Nunca nos sentimos tan cerca.
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