jueves, 30 de mayo de 2019

La fiebre




Desde el refugio que me ofrece el sillón, veo tras la lluvia

los árboles de Somió.

Se adivina el mar en el vuelo de las gaviotas sobre el jardín.

Las hojas del limonero, brillantes bajo el agua que cae, quedamente.

Escucho a Bocherini, mientras noto cómo me va subiendo la fiebre.

Y me acuerdo de Ruano, de aquel artículo, “ Viaje a la cama”.

Como él, también me rodeo de libros: Trapiello, Pla, Valverde...

Y Ruano, claro.

Cuando escribió ese artículo, Ruano vivía en Alcalá, 182, al lado de la

plaza de Manuel Becerra, frente a Las Ventas.

“A un vuelo de pájaro cantor”, decía él.

Me gustaría pasear ahora por Manuel Becerra, los altos de Alcalá...

De este vagar incierto, de esta ensoñacion, me saca la lluvia, ahí fuera,

en el jardín, bajo la cual, un mirlo va y viene, con su negro esplendoroso

de noche serena.

Y vuelvo al sillón, convaleciente. Y me acuerdo de un libro de Jardiel,

y me pongo a buscarlo.

Y vuelvo a Madrid...

Y así las horas. Y la fiebre.

Mientras, un nocturno de Mompou envuelve la tarde.


2 comentarios:

  1. La música te salvará. Bueno, esa música. Y la literatura, claro, un remedio antiguo.

    Un abrazo

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  2. Si no fuera por la fiebre sería perfecto acompañado de un coñac

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