viernes, 26 de mayo de 2017

De las tardes de lluvia


Tras el cristal, el cedro se hunde bajo la tormenta.

Una tromba de agua hace de ésta una tarde antigua, de esas que tanto me gustaban de niño.

Una tarde que justificaba lo injustificable: dejar que las horas se perdiesen como el agua de

lluvia, sin beneficio aparente, pero forjando, en realidad, una reserva de dicha,

de seguridad y de carácter fundamental para épocas de sequía.

Se va la luz y reina el silencio.

Un relámpago ilumina el estudio. Tras el trueno, el asombro. Y un instante de eternidad.

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