martes, 24 de enero de 2017

Un paseo invernal



Un frío helador. Así todo, a las seis de la mañana ya cantaba el gallo.

La niebla lo cubría todo y tardó en levantar.

Cogí el coche y me fuí a dar un paseo, buscando fotos.

Las ramas de los árboles estaban cubiertas por una capa de hielo.

A medida que el sol aparecía entre la niebla, era glorioso ver cómo el hielo se

iba fundiendo, provocando una lluvia torrencial, de una irrealidad pasmosa,

en mitad del bosque.

El cielo, de un azul purísimo; la niebla; el humo de las chimeneas.

Y el agua que, en sus tres estados, lo llenaba todo.


Mis manos apenas sienten nada ya.

Me pego a la chimenea, ya en casa, buscando el calor y la compañía del fuego.

Suenan las campanadas del reloj.

Mi hijo juega. Mi hija estudia.

Afuera, el invierno.


2 comentarios:

  1. Como el hielo y la nieve, la realidad de hoy desaparece delante de nuestros ojos maás rápida que nunca antes. En fin, con los años me vuelvo mala quejica que antes. Me voy pareciendo a mi padre, o mejor, a mí abuelo. Hay que seguir leyendo a Thoreau, claro.

    Un abrazo

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  2. Sí, José Luis, yo también me parezco cada vez más a mis antecesores, el guión, con pequeñas variantes, se va repitiendo. Y está bien que así sea, pienso.
    Y Thoreau, claro, siempre Thoreau.

    Un abrazo.

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