viernes, 8 de mayo de 2015

Dos mapas


MAPA

Plano como la mesa 
sobre la que se extiende.
Bajo él nada se mueve
ni busca una salida.
Sobre él mi humano aliento
no crea remolinos de aire
y deja en paz
toda superficie.

Sus llanuras y valles siempre son verdes,
sus mesetas
y montes, amarillos y ocres,
y los mares y oceanos, de un azul amigable
en sus desgarradas orillas.

Aquí todo es pequeño, cercano y accesible.
Puedo con el filo de la uña aplastar los volcanes,
acariciar los polos sin gruesos guantes;
puedo con una mirada
abarcar cualquier desierto
junto a un rio que está justo ahí al lado.

Las selvas están marcadas con algunos arbolitos
entre los que sería difícil perderse.
Al este y al oeste,
sobre y bajo el ecuador,
un espacio sembrado de un silencio absoluto
y en cada oscura semilla
hay gente viviendo tan tranquila.
Fosas comunes y ruinas desesperadas,
de eso nada en esta imagen.

Las fronteras de los paises son apenas visibles,
como si dudaran si ser o no ser.

Me gustan los mapas porque mienten.
Porque no dejan paso a la cruda verdad.
Porque magnánimos y con humor bonachón
me despliegan en la mesa un mundo
no de este mundo.

                                           Wislawa Szymborska





EL MAPA

La tierra yace en el agua: es de un verde cubierto de sombra.
Sombras: o bajíos mostrando en sus orillas
la línea entre el mar y las plataformas de algas
donde las hierbas cuelgan desde el verdesobre el simple azul.
¿O es la tierra que se asoma para levantarel mar desde abajo,
atrayéndolo imperturbable a su alrededor?
A lo largo del fino, ocre banco arenoso,
¿está desde abajo la tierra tirando del mar?

La sombra de Terranova es lisa y tranquila.
La de Labrador es amarilla donde el lunático Esquimal la ha engrasado.
Podemos acariciar estas hermosas bahías bajo un cristal
como si estuviesen esperando florecer
o proporcionar una limpia caja al invisible pez.
Los nombres de las ciudades a orillas del mar salen hacia el mar,
los nombres de ciudades cruzan las montañas vecinas:
el impresor aquí experimenta la misma excitación
que cuando la emoción excede a su causa en demasía.

Estas penínsulas cogen el agua entre el pulgar y el índice
como las mujeres al comprobar la suavidad de las telas.

Las aguas de un mapa están más quietas que la tierra,
dejando que la tierra forme sus propias olas,
y la liebre de Noruega corre agitada hacia el sur,
los perfiles investigan el mar, dónde está la tierra.
Los colores, ¿están ya asignados o los países pueden escogerlos?
¿Escoger el que mejor conviene a su carácter o el que mejor le va a sus aguas?
La topografía no tiene favoritos: tan cerca está el Norte como el Oeste.
Más delicados que los colores de los mapas de los historiadores son los colores de los
       cartógrafos.

                                                                        Elizabeth Bishop








Me gustan los mapas.
Siempre me ha gustado viajar por ellos.
He recorrido todos los mundos posibles e imposibles.
Los que aún existen y los que ya no.
Incluso los que nunca existieron.
De la mano de reconocidos geógrafos como Cunqueiro, Calvino o Perucho, he descubierto países, ciudades y territorios en los que me he instalado para siempre.
Viajes imaginarios. Viajes reales.
De los reales siempre volvemos.
De los imaginarios, jamás.


                                       
En la foto, una preciosa puesta de sol sobre la Península Escandinava:






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