¡Qué suerte tengo!
Esta mañana me llegó, como un rayo de luz, el reconocimiento y la enseñanza de un maestro al que admiro sobremanera, cuya grandeza poética sólo es comparable a su grandeza personal. De su sabio consejo surge, ave fénix, este haikú como debió ser desde el principio, pero engrandecido por su generosidad y atención .
A él va dedicado, con todo el cariño y la admiración, de quien se considera ya, con su permiso, un amigo.
Un fuerte abrazo, querido Enrique.
Vino a cantarme
un pájaro de Suiza.
Llegó en avión
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