jueves, 5 de septiembre de 2013

Cenizas de verano




Pena es que llegó la hora de dejar este verano a un lado, quedando en el saco de los placeres un montón de cosas por ver y sentir.


Aún así, nos vamos con muchos regalos:


el paseo en canoa por el embalse, con mis hijos

la luz que entraba por el balcón, aquella tarde

un paseo nocturno, sólo uno, pero con ella

la casa redonda de piedra, como una pariente pobre de la torre de Yeats

la fé y el recogimiento de aquellos peregrinos

los pequeños conejos en el huerto de al lado, y cómo los miraban

la lagartija rabona, en mi mano

la polilla y su vestido, como un lujoso kimono, tan oriental

los goles que me metió, y los que le paré

la niebla, que, como el mar, nunca cansa, siempre distinta

la lectura de El Hobbit, aquella noche, a los pies de su cama

Totoro, y cuánto le gustó

el paseo por el botánico, y lo que nos dijimos mi hijo y yo

los baños, las olas, la arena, las conchas, las tortugas

aquella puesta de sol, con mi hija

Y todo el amor





Dice Cunqueiro que, a todos los días que hizo, el Señor de la Vida les puso un hilo de luz.




1 comentario:

  1. Y cerrar suavemente la puerta para leer y llorar suavito dando gracias a Dios por tanto regalo.
    Dáselas tú también por haber sido capaz de contarlo así.

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