Viaje a la mariña de Lugo.
Tapia de Casariego, mientras se pone el sol. Los niños en el pedrero del puerto, buscando tesoros.
Como siempre, los encuentran.
Vemos Castropol desde nuestra ventana. Es impresionante.
En Ribadeo, me acuerdo de Luz Pozo Garza, y la leo en la antología que de ella preparó mi prima Carmen, junto a la de Pimentel, Manuel Antonio y Rosalía:
Reconocimiento
Me hallarás bajo vibrante pleamar de luz.
Sabrás quién soy por mi cintura de rosas fresquísimas. Por las
dulces ramas arqueadas de mis brazos.
Mientras la tarde lanza su viva llamarada entre las hojas, no
busques mis huellas. Que sobre orillas virginales ondeará mi plan-
ta adolescente.
Y cuando la luna sostenga el pasmo de su lámpara de oro,
¡Mira!...
...Que en mi ceñida cabellera se encederán todas las estre-
llas.
Visitamos la playa de Las Catedrales.
Una romería. Hasta una "boda" se estaba celebrando. Era esperpéntica la imagen de la novia correteando por la playa en busca de la cueva más apropiada para el evento, seguida por la corte de invitados, gaiteiros y el de la floristería cerrando el pelotón, todos ellos cruzándose miradas silenciosas llenas de estupor.
Así todo, los niños disfrutaron a sus anchas.
La comida en Rinlo. Me acordé de Angel Ruiz, azote de desmanes arquitectónicos, al ver el pueblo.
Una pena teniendo en cuenta el enclave, que es fantástico.