miércoles, 15 de junio de 2011

Lo real

Cómo mantenerse impasible ante las lágrimas de tu hija de diez años,provocadas por el descubrimiento de lo irrevocable,de la definitiva separación que tarde o temprano sufriremos.

Lo que tantas veces has pensado con verdadero horror parece haber dado un firme primer paso con la constatación de la realidad por su parte.Ahora ha dejado de ser una suposición más o menos lejana en el tiempo.Ahora es un hecho.

Pienso en los que ya no están,en la cara que debieron de poner cuando sus hijos se presentaron llorosos y asustados,con la misma tristeza con que hoy se nos presenta nuestra hija.
Esa misma cara que ahora ponemos nosotros,y que viene a querer decir:no hay nada que yo pueda hacer ante tamaña desolación,y ni siquiera tú,con tus lágrimas tan puras,eres capaz de asimilar todo el dolor que supone la pérdida;pero,así todo,y no me preguntes por qué,el amor que sentimos es tan inmenso,tan poderoso,que nos permite convivir con la perspectiva de la ausencia;que parece compensar lo irremediable.


1 comentario:

  1. Nada repara la ausencia,queridos míos,nada.Uno sigue adelante,como la vela de un barco,que cada vez tuviera más agujeros.Cada vez más,y más grandes.
    Usted pídale a Dios que deje a la vida seguir su curso:que su hija llore su partida,Mr. Kiss.
    Y que la despedida sea dulce,y acolchada por otros bracitos gruesos y pegajosos,y que le llamen abuelo y le recuerden con cariño.
    Y no se me preocupe tanto,hombre,usted siga amando como hasta ahora,que la vida devuelve siempre lo que uno le da.
    Feliz singladura,mi querida vela remendada...

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