Buscando entre nostalgias,
encuentro aquella foto.
Ella, brazos en alto,
lleva la voz cantante,
mientras él, observándola,
derrocha admiración.
Era un día de primavera,
y el campo estaba hermoso,
como recién pintado.
Aunque el viento era frío,
la luz del sol, intensa,
nos ilusionaba. Yo
les miraba correr,
les veía jugar,
les oía reír.
Quizás fuera domingo
-los domingos, la vida
parece una promesa-,
quizás las campanadas
llegaran valle arriba...
De lo que no me olvido
es de la sensación
de una inminente pérdida.
De cómo aquel instante
iba a marcar, sin duda,
el comienzo agridulce