lunes, 30 de noviembre de 2020


Malherido, el sol de la tarde, tras el vendaval,

atraviesa la puerta de cristal y se posa,

cálido, sobre mis pies descalzos.

Es este un  invierno extraño.

En una hora, mi hija se marcha para Madrid.

El viento comba los árboles del jardín,

 y ya no quedan nubes que ver pasar,

a toda velocidad,  por el cielo.

Ya no quedan nubes.

Como las nubes, se va el presente.

Y lo busco, y lo pierdo.

Sin darle tiempo a que sea pasado

ya es un recuerdo.
 
Ni una sola nube.

Cómo un cielo tan azul puede resultar tan frío...



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