Por fin se nos logró y nos escapamos.
El monasterio,según cuenta Otero Pedrayo en su "Guía de Galicia",a finales de los 40 se estaba cayendo a pedazos.Parece que data del siglo X,cuando se retiraron en el lugar nueve obispos santos;de ahí las nueve mitras de su escudo.
Se integra en la Congregación de S.Benito de Valladolid en 1499.
Buena comida y buena bebida,pero lo mejor de todo,el fantástico enclave natural del monasterio.Un barco anclado pesadamente en un mar de castaños y robles,del verde más intenso que he visto últimamente.
Los patios interiores,aunque reconstruidos en gran parte a lo largo de los siglos,conservan una gran belleza, y una cierta atmósfera de recogimiento parece no querer abandonar el lugar.
Para completar el viaje nos acercamos a Orense,ciudad provinciana en el mejor sentido de la palabra.De esta ciudad decía Vicente Risco,allá en 1961,en su hermosísimo "Libro de las Horas",algo que,afortunadamente,es aplicable al día y a la hora en que el eco de nuestros pasos nos acompañaron por sus calles:

Lo único en lo que no coincidimos con Risco fue en los tremendos 42ºC que tuvimos que soportar,eso sí,estoicamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario