
Por una serie de decisiones,acertadas o no,nos fuimos a pasar la Navidad a Magaz de Cepeda.
Siempre sorprende el frío que puede llegar a hacer allí.

La condensación producida durante la noche en las ventanas se tornó en hielo al amanecer.

Paseo por el monte,con la sorpresa de dos corzos dejándose ver con un cierto grado de exhibicionismo.
Subida a las peñas de Gomas,un mito de nuestra niñez,cada vez más pequeñas a medida que van pasando los años.
No consigo evitar la sensación de tristeza que me produce este pueblo desde que él se fué.El vacío que dejó tras su marcha ha sido imposible de llenar,dejando en nuestros corazones la mayor de las heladas.

Constatar que el tiempo sigue su curso imparable,cosa que hace con una dolorosa rapidez.